Servicio Editorial

Hablar de uno mismo -de nosotros ahora- con ocasión de esta exposición organizada por nuestra Escuela de Arquitectura de Donostia, apunta inexorablemente a un obligado balance de la propia aventura vital referida a la Arquitectura, ya sea como arquitecto que practica este oficio cuanto como profesor de la misma disciplina. Y ello no es tarea fácil, porque podría uno fácilmente elegir narrarse a sí mismo cayendo en la autocomplacencia benevolente o en la falta de crítica.

Quizás la mejor actitud sería aquella que, mientras uno cree hablar de sí mismo, finalmente parece terminar hablando de otro, y de esta distancia sobrevenida se beneficia seguramente el interés del texto resultante, en parte realidad, en parte ficción habillée du couleur du temps. Eso esperamos aunque sabemos que no puedes ser otro -aunque quisieras- como nos recuerda Goethe.

De todas formas es el momento de hacer balance -del recuento de lo vivido en suma-, que viene envuelto en una extraña sensación agridulce: allí donde la toques, la memoria duele, nos avisa Yorgos Seferis, pero no es menos cierto que reconocerse en nuestro pasado y encontrar en él coherencia siempre da alegría. Por eso los inventarios -y esta exposición lo es- por profundos y arriesgados que sean, serenan, dan paz también. Apaise-toi, cálmate, como nos recuerda Paul Valéry.

Alberto Ustarroz & Manuel Iñiguez